El 4 de julio está aquí de nuevo, y eso significa fuegos artificiales. Se trata de una tradición anual que conlleva muchos inconvenientes. Cada año, los coloridos combustibles causan lesiones a las personas, asustan a los animales y crean riesgos de incendio.
A esa lista podemos añadir un inconveniente más: los fuegos artificiales son perjudiciales para la calidad del aire.
Los fuegos artificiales son dañinos para la calidad del aire, porque al encenderlos se liberan partículas que se suspenden en el aire, igual que cuando se pone en marcha un vehículo de gas o se quema carbón en una central eléctrica.
Esto incluye las partículas finas, partículas de polvo muy pequeñas que son especialmente dañinas para los pulmones.
"Si lo sumamos todo, los fuegos artificiales son una fuente bastante importante de contaminación atmosférica", afirma Anton Cox, director del programa de calidad del aire del Consejo de Gobiernos del Área de la Capital (CAPCOG, por sus siglas en inglés).
¿Es grave? Comprueba el viento.
Según Cox, el impacto de los fuegos artificiales en la calidad del aire depende de las condiciones meteorológicas. Si hay brisa, el humo suele disiparse y no es captado por los monitores regionales del aire.
Si no hay viento, ese humo puede asentarse y crear condiciones insalubres.
Cox dice que ocurrió por última vez en Austin el día de Año Nuevo de 2023.
"De hecho, vimos que la contaminación se quedaba en nuestra zona. Todo el día siguiente había bastante niebla, bastante neblina", dice. "Y en realidad no era niebla. Eran partículas de fuegos artificiales, principalmente".
Las partículas elevaron el índice regional de calidad del aire a una categoría considerada "insalubre para grupos sensibles", según los reguladores federales y estatales.
"Para la contaminación por partículas, los grupos sensibles incluyen a las personas con enfermedades cardíacas y pulmonares, adultos mayores, niños, personas con diabetes y personas de bajo [estatus socioeconómico]", según la EPA.
Debido a las nuevas y más estrictas normas de calidad del aire de la EPA, es probable que Austin vea más días en los que las partículas finas se clasifiquen como insalubres.
¿Qué hay en todo ese humo?
Los investigadores también están empezando a saber más sobre la composición de las partículas generadas por los fuegos artificiales.
Un estudio reciente de la Universidad Brigham Young (BYU, en inglés) descubrió que la presencia de metales peligrosos en las partículas suspendidas en el aire alcanza su punto máximo en enero y julio, coincidiendo con el 4 de julio y el 31 de diciembre.
Según un comunicado de prensa de la BYU, los fuegos artificiales liberan bario, cobre, arsénico, cadmio, plomo y talio, todas ellas sustancias peligrosas.
Según los investigadores, los peligros de lanzar esas toxinas al aire pueden no acabar cuando caen al suelo.
"Los metales son muy buenos para pasar de la atmósfera al suelo, al agua y a los alimentos", afirma en el comunicado Greg Carling, autor del estudio. "Y son persistentes, es decir, no desaparecen, sino que siguen circulando por el sistema".
En Austin y muchas otras ciudades, los espectáculos pirotécnicos no están permitidos sin permiso, aunque eso no siempre parece detener a la gente.
Anton Cox, de CAPCOG, aconseja evitar el humo. Puede ser especialmente perjudicial para quienes padecen asma u otras afecciones respiratorias.