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Lo primero que debe saber sobre el rastreo de contactos es que se ha probado a través del tiempo. Y que se ha usado por mucho tiempo. Es una de las armas originales del arsenal de salud pública para combatir las enfermedades infecciosas. Se usaba antes de las vacunas. Antes que los antibióticos. Antes de que supiéramos la mayoría de las cosas que sabemos ahora sobre las enfermedades infecciosas.
Todavía se usa rutinariamente para la tuberculosis y las infecciones de transmisión sexual.
Comienza con un caso conocido o sospechoso.
"Nos ponemos en contacto con [el paciente] para entender su reciente interacción con los demás," dice Darlene Bhavnani, epidemióloga clínica de la Escuela de Medicina Dell de la Universidad de Texas en Austin.
Bhavnani ha estado haciendo este tipo de llamadas durante las últimas semanas como parte del equipo de más una docena de personas que hacen el seguimiento de los contactos para COVID-19. Ese equipo ha aumentando hasta 200 “rastreadores” para hacer frente al esperado crecimiento de casos en las próximas semanas.
El rastreo comienza con una llamada telefónica al paciente. El rastreador comprobará cómo se siente la persona y se asegurará de que se aísle. Luego tratará de averiguar la fecha exacta en que el paciente comenzó a sentirse mal.
"Esa fecha es realmente importante, porque nos ayuda a entender desde cuándo [pueden] haber sido infecciosos," explica Bhavnani.
Pero hay un problema cuando se trata del COVID-19.
"Nuestro mayor reto es que la gente se puede infectar antes de presentar síntomas," señala Bhavnani. Así que la gente puede andar por ahí - sin saber que están enfermos - y propagar el virus a otras personas.
Con el fin de rastrear los contactos, Bhavnani dice que toman la fecha en que alguien comenzó a sentirse mal y retroceden dos días. Luego, repasan con el paciente todo lo que hicieron durante esos días.
"Normalmente vamos por orden cronológico," dice Bhavnani. "¿Qué hiciste el lunes? Explícame lo que hiciste. ¿Qué hiciste hoy? ¿Con quién estabas? ¿Cuánto tiempo estuviste con ellos? ¿Qué hacías cuando estabas con ellos?"
Mayormente, lo que buscan son contactos prolongados, no tanto contactos breves como los de la caja de un supermercado o al pasar por una calle.
"Nos preocupan más los contactos que han sido potencialmente cara a cara o por más de unos pocos minutos," dice Bhavnani.
"Si no puedes identificar los casos, entonces no puedes identificar los contactos"
Así, hacen una lista de esas personas e intentan contactarlas para hacerles saber que han estado potencialmente expuestos - y si se sienten mal, para hacerles pruebas y repetir el proceso de rastreo con ellos. El punto es tratar de cortar la transmisión o al menos contenerla.
Sin embargo, hay algunos problemas con el COVID-19.
"El desafío que enfrentamos con el COVID es que sus síntomas son tan similares a los de cualquier otra enfermedad que la única manera de tener un diagnóstico definitivo es con una prueba de laboratorio muy sofisticada," dice Marilyn Felkner, profesora clínica asistente del programa de Salud Pública de la Universidad de Texas con décadas de experiencia en salud pública.
La falta de pruebas generalizadas y el hecho de que algunas personas, aunque estén infectadas no muestran ningún síntoma, significa que muchos casos pueden no ser identificados en una etapa temprana, o no ser identificados en lo absoluto.
"Si no puedes identificar los casos, entonces no puedes identificar los contactos," explica Felkner.
Así es como el rastreo sólo funciona en conexión con montones y montones de pruebas.
"Si quisieras un perfecto rastreo de contactos, tendrías que hacer pruebas a todo el mundo, sintomático o no. En esta situación, claramente eso es logísticamente imposible," sostiene Felkner.
Las pruebas han aumentado en Texas, pero todavía están muy atrasadas. Desde el lunes, Texas tiene una tasa de 459 pruebas por cada 100,000 residentes. Pero otros grandes estados tienen tasas mucho más altas. Nueva York tiene una tasa de 2,459 pruebas por cada 100,000 residentes. California está ligeramente por delante de Texas con 483 pruebas por cada 100,000 personas, según los datos del sitio web del Proyecto de Rastreo de COVID publicados el sábado.
Sin embargo, a falta de una vacuna, se necesitará un gran aumento tanto en las pruebas como en el rastreo antes de que se puedan levantar las restricciones de distancia sin arriesgarse a otro gran aumento de infecciones de coronavirus.
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