Segunda parte de una serie de cuatro artículos.
El primer mes de cuarentena no fue muy estresante para Cheasty Anderson. La pandemia daba miedo, pero le dijeron que lo mejor era quedarse en casa, así que lo hizo.
Su trabajo se volvió más lento durante unas semanas mientras su empleador analizaba cómo manejar el trabajo a distancia. En el empleo de su esposo ocurrió lo mismo. La escuela también se volvió más relajada para sus hijas de 6 y 7 años, mientras el distrito elaboraba un plan de aprendizaje a distancia.
Para distraerse de las noticias sobre el virus, la familia pasó mucho tiempo afuera.
"El tiempo era genial; montábamos en bicicleta", dijo Anderson. "Era una especie de pequeña burbuja de vida idílica en medio de una pandemia aterradora".
Pero entonces esa burbuja explotó.
PRIMERA PARTE | Falta De Guarderías No Es Sólo Un Problema Para Padres, También Podría Paralizar Economía De Texas
La escuela comenzó a ser más estructurada. Anderson tuvo que ayudar a sus hijas a hacer la tarea, asistiéndolas con las llamadas de Zoom y solucionando problemas técnicos. El trabajo de su esposo se volvió más exigente, así que se vieron obligados a tener una conversación franca.
Reconocieron que él ganaba más dinero y que podía mantenerla a ella y a las niñas si Cheasty renunciaba o perdía su trabajo.
"Así que decidimos que, como el potencial de ingresos de mi esposo era mucho mayor que el mío, yo sería la principal responsable de las niñas", dijo Anderson. "Todas las mañanas, él va al ático y [trabaja] en relativa privacidad, y yo estoy abajo con las niñas".
Opciones limitadas
El cuidado de los niños ha sido un problema para los padres que trabajan desde el comienzo de la pandemia, ya sea porque dependen de la escuela y de los programas extracurriculares, de las guarderías o de otros miembros de la familia. Con estas opciones fuera de la mesa, a los padres se les está haciendo extremadamente difícil trabajar también.
Anderson dijo que ha utilizado cuidado de niños constantemente desde que nació su primera hija, a través de la guardería y luego en la escuela. En los veranos, las niñas iban a varios campamentos. Eso le permitió a Anderson pasar sus días haciendo el trabajo que ama como directora de política de inmigración y defensa del Children's Defense Fund (Fondo de Defensa de los Niños). Pero la escuela cerró, las niñas se quedaron encerradas en casa y los abuelos dejaron de ser una opción.
Ahora, Anderson tenía que aprender cómo serían las clases remotas, mientras trataba de mantenerse al día con su trabajo. A menudo, se quedaba en segundo plano, porque apenas tenía tiempo para escribir un correo electrónico.
"Me sentí como si hubiera chocado con una pared de ladrillos en términos de energía"
Después de unos meses, se golpeó contra un muro.
"Cuando la escuela estaba terminando y llevábamos haciendo esto por un tiempo, había una especie de crisis de salud mental en nuestra familia", dijo. "Sólo depresión y sentimientos de ansiedad, ¿sabes? Me tomé una semana de vacaciones... y me sentí como si hubiera chocado con una pared de ladrillos en términos de energía. Todo lo que quería era dormir, pero por supuesto no podía porque tenía que estar con las niñas, ¿verdad? Pero al final de esa semana, volver a trabajar fue simplemente doloroso".
Anderson dijo que las cosas se volvieron un poco más fáciles cuando terminaron las clases. Las niñas podían jugar y no necesitaban un horario estricto. Probablemente veían demasiada televisión, dijo, pero no se sentía muy mal por ello.
Cuando empezó a recibir los horarios del distrito escolar sobre cómo sería el aprendizaje en línea en otoño, sabía que sus días volverían a ser estresantes. Era el momento de que ella y su esposo tuvieran otra dura conversación. Decidió tomarse tres semanas de vacaciones al principio del año escolar.
"Puedo extenderlo por cuatro semanas; veremos cómo va", dijo. "Después de ese tiempo, volveré con mi jefe y le diré: 'Bien, así es como se ve mi día, así son las horas que puedo dedicar y haré lo que pueda, pero mi prioridad debe ser que mis hijas atraviesen el año escolar'".
Una posición difícil
Anderson dijo que sabe que está en una posición privilegiada. Su empleador la apoya y le ha ofrecido a otros empleados que son padres tiempo libre adicional pagado.
Ella sabe, sin embargo, que podría comprometerse a trabajar sólo cinco horas a la semana, lo que significa que no se involucrará en proyectos que considere importantes.
"Soy buena en mi trabajo", dijo. "Es relajante hacerlo, porque sé lo que hago y hay respuestas claras y pasos claros que dar".
Y eso se siente bien, cuenta, cuando hay tantas cosas desconocidas y nuevas en estos días.
"Cuando hago mi trabajo, siento que tengo el control", explica.
Un día, durante la primavera pasada, no pudo lograr que sus hijas hicieran una llamada por Zoom y empezó a llorar, y a reírse al mismo tiempo.
"Fue tan constante y las presiones se sentían tan fuertes", dijo. "Fue emocionalmente muy estresante".
Sabe que dejar el trabajo ayudará a aliviar la presión en los días de semana. Pero también le preocupa que si trabaja menos horas podría quedarse sin trabajo. El Children's Defense Fund depende de subvenciones para ayudar a pagar su salario, y muchas de esas subvenciones requieren que la organización sin fines de lucro cumpla con ciertos objetivos.
"Me preocupa que, como mi puesto está financiado por subvenciones, si me tomo demasiadas vacaciones y mis colegas no pueden mantener la rueda girando lo suficiente para cumplir con los resultados de las subvenciones, entonces perderemos esos fondos", explicó. "¿Y entonces cómo me mantendrán [el empleo]?".
Anderson anticipa que acabará trabajando hasta tarde en la noche cuando sus hijas estén en la cama. Por ahora, sin embargo, no se centra en lo que podría pasar con el trabajo... primero tiene que atravesar por el regreso a clases virtual.
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