Sarah McKenna tuvo mucho que considerar a la hora de decidir si enviar a su hijo de 16 años a la escuela a principios de este mes.
Por un lado, Ian está reprobando varias clases, la primera vez que le ocurre a este alumno de último año que posiblemente quiera estudiar ingeniería aeroespacial en la universidad. También se estuvo esforzando física y mentalmente, tratando de mantenerse al día con su carga de trabajo mientras tomaba clases remotas.
"Durante el último ciclo de calificaciones, estuvo despierto durante 48 horas seguidas tratando desesperadamente de completar su trabajo", dijo McKenna. "Ha habido días en los que se ha levantado a las 6 de la mañana, y no se ha acostado hasta las 2 o 3".
Por otro lado, McKenna tiene una enfermedad autoinmune, por lo que le preocupa lo que podría pasar si su hijo contrae COVID-19 en la escuela y lo trae a casa.
"Estoy segura de que los maestros dicen: 'Oh, no está entregando las cosas'", dijo McKenna, quien también fue sometida a una cirugía durante el verano. "Pero con todas las circunstancias extenuantes que hemos tenido en la casa... es realmente difícil".
'Mi mente está en casa'
Ian no está fallando sus clases porque las esté pasando por alto; es porque su cerebro no puede manejar muy bien el aprendizaje a distancia.
Tiene TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con hHiperactividad) y disgrafía, una discapacidad de aprendizaje que hace difícil escribir a mano y traducir los pensamientos al papel. A principios de este año, justo antes de que comenzara la pandemia, también le diagnosticaron autismo. Una de sus mayores luchas es la organización. Es difícil para él hacer un seguimiento de las tareas, reuniones y plazos.
Como parte de su plan de educación individualizado -que tienen todos los estudiantes de educación especial- se supone que los maestros le recuerden que anote las tareas después de cada jornada de clases. Eso no se traslada bien en las clases de Zoom.
Haber estado en la escuela le ayudó.
"Una de las cosas importantes que me ayudaba a asegurarme de hacer mi tarea era poder caminar por el edificio", dijo Ian. "Todos los días pasaba por delante de un aula en la que había estado el día anterior y eso me recordaba ese día que tenía cosas que hacer para esas clases. Ahora que estamos en línea, no hay salones de clases".
Ian es un aprendiz práctico y se basa en pistas visuales. En la escuela, esas señales son los libros de texto, los maestros y los autobuses escolares.
En casa, sus videojuegos están cerca. Su perro está ladrando. Puede oír la televisión desde su escritorio.
"Mi mente está en casa", dijo. "Mi mente no está pensando mucho en la escuela".
Una experiencia positiva
El aprendizaje remoto ha sido una experiencia totalmente diferente para la hermana menor de Ian, Addison. La niña de 14 años también tiene necesidades especiales. Le diagnosticaron TDAH y un trastorno de procesamiento sensorial, lo que significa que los ruidos fuertes le causan una ansiedad extrema y a veces ataques de pánico. Estar en la escuela para ella era una gran distracción.
Ahora, trabaja desde la mesa del comedor con los auriculares puestos y un tríptico delante de ella, en completo control de su entorno.
"Una vez que se metió en la rutina, le funcionó de maravilla", dijo McKenna. "Tener todo en un solo espacio y no tener que hacer la transición ha sido maravilloso para ella".
Tanto Ian como Addison son estudiantes motivados e inteligentes. Asisten a la Academia de Artes Liberales y Ciencias, una escuela imán (magnet school) del ISD de Austin. Pero con sus problemas de aprendizaje, necesitan ciertas adaptaciones para tener éxito.
Addison lo ha encontrado en casa, pero Ian no puede trabajar aislado.
Se supone que un profesor o consejero de educación especial debe consultar regularmente con Ian. McKenna dice que tiene éxito cuando tiene apoyo, pero este año, no está recibiendo la misma atención porque todo ha sido muy agitado para el personal de las escuelas.
"Creo que probablemente pasaron cuatro semanas en la escuela antes de que su maestro de educación especial pudiera empezar a reunirse con ellos para comenzar a trabajar en la organización", dijo. "Así que ver cómo pasaba el tiempo fue difícil".
Y así fue como la familia llegó a esta encrucijada. Ian no puede hacer malabares con todo por si mismo. Incluso si McKenna no trabajaba en la casa, dice, no sabe lo suficiente como para ayudarlo con sus clases avanzadas de matemática y ciencias.
Así que cuando el ISD de Austin dijo que cualquier estudiante podía volver a la escuela el 3 de noviembre, la familia pensó que tal vez esta era la respuesta.
‘Sólo quiero lo mejor para mis hijos’
Ian tiene que despertarse dos horas antes para tomar el autobús de su casa en el suroeste de Austin hasta LASA.
"Se sentía muy raro", dijo, señalando que la escuela se sentía vacía. "Incluso durante los períodos de transición, se siente raro poder pasar por ahí".
La primera semana fue un gran cambio: se puso al día en la mayoría de sus tareas. Podía hacer rápidamente una pregunta a un profesor, en lugar de esperar una respuesta por correo electrónico.
"Cuando una clase de Zoom termina, estar en persona es muy útil", dijo Ian. "Podían reunirse conmigo y hablar conmigo, y no tenía que ser en una sala de descanso. Sólo necesito interacción real con la gente, no en una pantalla".
"Sólo necesito interacción real con la gente, no en una pantalla". Ian
McKenna trató de ocultar su preocupación por el COVID durante esa primera semana, pero después de unos días, lo dejó pasar. Ian estaba volviendo a tener control sobre sus notas y recuperando su confianza.
"Para él, tener esa conversación y la confianza, sólo parece que le da más sintonía y está entendiendo lo que necesita", dijo ella. "Así que espero que estemos en el camino correcto".
Se supone que Ian se graduará en mayo y está solicitando el ingreso a las universidades. Ya ha sido aceptado en un programa de ingeniería que le entusiasma, pero ahora el objetivo es mejorar sus notas para su expediente académico.
McKenna dijo que este año ha sido un desafío para ella como madre de dos estudiantes de educación especial. Como muchos padres, lo está tomando todo día a día.
"Sólo quiero lo mejor para los niños y ese es mi objetivo", dijo. "Si esto termina ayudando a Ian a largo plazo, vamos a tener que tomar muy buenas precauciones".
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