Brenda Ramos no está quebrada.
Se estira en una silla en su casa de South Austin, ajustando las almohadillas de alivio para el dolor justo debajo de su hombro, desplazando el rosario que ha llevado alrededor de su cuello desde que su hijo, Mike, muriera. Está rodeada de cartas de pésame y flores. Un crucifijo dice: "Estoy contigo".
Se ha estallado cuatro huesos en la espalda, bromea. No ha comido. Su familia casi la lleva a la sala de emergencias hace días.
La muerte de su hijo, junto con los asesinatos de otras personas negras a manos de la policía, ha iniciado un movimiento. Dice que su muerte no la ha quebrantado, pero el estrés -al parecer el peso simbólico de todo esto- se ha manifestado físicamente.
Aún así, no ha quebrado tanto su cuerpo como ha roto su corazón. Ahora, ella espera que la muerte de Mike lleve a un cambio institucional en el Departamento de Policía de Austin (APD, en inglés), un cambio que significaría que nadie más tenga que sufrir lo que ella ha sufrido.
"El Club De Los Corazones Rotos"
Días atrás, les dijo a los periodistas que había perdido a su "único" hijo. Según dijo, ella es parte de un club ahora: el "club de corazones rotos" en el que sus miembros tienen un ser querido que ha muerto a manos de la policía.
Pero con el dolor de perder a su hijo de 42 años, también ha tomado una decisión.
Está pidiendo al APD que despida al oficial Christopher Taylor, que mató a su hijo, y que el departamento instituya una política que prohíba a cualquier oficial salir a las calles luego de haber usado la fuerza letal. Taylor y otro oficial habían disparado a otro hombre con una crisis mental hace menos de un año, matándolo.
En última instancia, Ramos dijo que quiere que Taylor sea procesado.
"¡Nadie tiene que pasar por esto, nadie! Para mí, esto es sólo un asesinato. ¿Por qué sigue en la calle? ¿Mató a alguien hace nueve meses y sigue trabajando en la calle? Eso te dice mucho", dijo.
"El lo hacía todo"
Mike Ramos hizo cosas que la gente no quería hacer -o, al menos, cosas que la gente evitaba hacer- cosas como sacar la basura, recuerda su madre.
Habiendo terminado una seguidilla de entrevistas sobre la muerte de su hijo, recupera el aliento. Quiere que la gente lo conozca como una persona de gran corazón, lo que fue evidente desde que era un niño cuando crecía en el sur de Austin. Quiere que la gente sepa sobre cuando solía escaparse para ir a la escuela en la Primaria Becker estando enfermo; sobre cuando literalmente le dio su camisa a una persona sin hogar en las afueras de la tienda Goodwill en South Lamar en una fría noche de invierno; sobre cómo limpiaba -mucho- sin preguntar.
"¡Ni siquiera le molestaba! Tenía una amiga aquí. Estaba sentada y me dijo: '¿Sabes que tengo que decirle a mi hijo que saque la basura?'. Vio a mi hijo ir a sacar la basura y ella quedó como [sin aliento] ¿sabes?", cuenta. "Y yo le respondi: 'No tengo que decírselo. Él lo sabe'. Crié bien a mi hijo".
Pero no fue criado solo, añade Ramos.
Solía pasar tiempo en el antiguo Club de Niños y Niñas de la calle Johanna en el sur de Austin y conoció al entrenador Jerry Bell cuando se presentó a las pruebas para los Devil Dogs.
Bell dice que Mike Ramos llegó al equipo de baloncesto en los años 80 y que no tenía mucho talento, pero que quería ser el pequeño delantero titular.
"Así que le dije: 'Está bien, demuéstramelo'. Y durante las tres semanas siguientes trabajó muy, muy duro y a mitad de temporada ya era titular", dice Bell. "Si decía que iba a hacer algo, lo hacía".
Según también cuenta Bell, ofrecía ayuda sin que se la pidieran.
"Mientras otros niños estaban listos para salir corriendo e ir a hacer lo que quisieran, Mike me ayudaba a limpiar el gimnasio, a barrer el suelo, ya sabes, lo que necesitara que hiciera", dice. "Lo hacía sin preguntar".
Los dos se mantuvieron en contacto, encontrándose de vez en cuando. Hace unos años, Bell dice que vio a Ramos en una tienda. Le dijo a Bell lo mucho que el equipo significó para él, que marcó una diferencia en su vida.
Cuando Bell se enteró de la muerte de Ramos, le dolió. Era como uno de sus hijos.
"Estaba muy herido, decepcionado. ... Considero a todos esos chicos mis hijos", dijo. "Aunque, Mike tiene 40 años ahora, ya sabes, para mí, es uno de mis hijos".
"Hacer Un Cambio"
Brenda Ramos lucha por salir afuera estos días. En su patio trasero hay una barbacoa desatendida, en la que imagina a su hijo asando antes de un partido de fútbol de los Longhorns. Delante, hay tres rosales que él plantó después de la muerte de su abuela. Llevaba un negocio de jardinería con un amigo cuando lo mataron.
Pero Ramos no se queda encerrada. Se unió a miles de personas el domingo en una manifestación y marcha organizada por la Coalición de Justicia de Austin. La tranquilidad de la protesta fue contraria al mensaje del grupo militante que ha acaparado el nombre de su hijo: la "Brigada Mike Ramos".
Dice que no necesita el estrés adicional asociado al grupo, que ha sido acusado de incitar a la violencia. Ramos dice que le gustaría que los manifestantes violentos se centraran más en tener una conversación sobre la reforma del APD, y espera que Austin en su conjunto se apodere de este momento para reflexionar y reformar.
Así se lo manifestó al Consejo de la Ciudad de Austin en su reunión este jueves, diciendo que su hijo "no merecía una sentencia de muerte".
Bell dice que parte de esa discusión debería centrarse en que Austin reasigne dinero del APD a programas extraescolares y programas de alcance, que la ciudad debería invertir mejor en las comunidades de color.
"Creo que la situación de Mike y George [Floyd] y de algunos de los otros afroamericanos que han sido asesinados por la policía ha puesto de manifiesto lo importante que es proporcionar programas a los jóvenes antes de la adolescencia, en sus años de formación", dice Bell. "Creo que es muy importante que canalicemos parte de ese dinero a esos programas".
Ramos entiende muy bien la ira que rodea la situación, pero dice que espera que las agendas en conflicto no se interpongan en el camino de un cambio significativo.
"No se ha hecho nada. Y por eso creo que ahora... ahora es el momento de hacer esto y [la violencia policial] tiene que ser detenida", dice. "Ha estado sucediendo durante demasiado tiempo, y todos tenemos que unirnos y hacer un cambio".
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